lunes, 25 de septiembre de 2006

Dale con la cruz

Por interpuesta persona habló el Diablo. El general Peter Pace, jefe del estado mayor conjunto de las Fuerzas Armas de EE UU, actuando como símbolo del poder militar imperial, mostró su feroz determinación a usar -cuando su muy particular criterio y el de Míster Diablo así lo consideren-el músculo bélico de la primera potencia del globo para descalabrarle el ánimo independentista a los levantiscos venezolanos, que andan en serio dedicados a la tarea de emanciparse también, ya consolidada su autodeterminación política, en lo científico tecnológico y económico. Lucifer escupió azufre.

La vieja técnica de exhibir el músculo militar constituye una clásica táctica intimidatoria desde los tiempos de los filisteos y su gigantón Goliat. De este modo se busca acoquinar al adversario, paralizarlo y someterlo a la voluntad de los señores del país más fuerte, en este caso el imperio estadounidense. Pero así como el truco no le funcionó a los filisteos, a los imperialistas de estos tiempos también les ha fallado el ardid varias veces. A los yankis nos le funcionó la puesta en escena en Viet Nam, Irán; tampoco obtienen progresos en Irak. En el Líbano tuvieron que dar marcha atrás ordenándole a sus perros de presa que regresaran a casa con la vergüenza de una derrota inocultable.

En Venezuela el imperio no las tiene consigo. Con maniobras y presiones trataron de asilar al país, encerrándolo en un cerco diplomático y político que en jerga castiza no tiene otro nombre que no sea bloqueo. Pero el tiro se le fue por la culata. Ahora la cuestión consiste en amenazar para que Venezuela decline su legítima aspiración a convertirse en miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. De aquí que George Bush haya ordenado que el vocerío no sea sólo de los halcones de regio traje oscuro sino también de los halcones que ocupan las instancias del alto mando militar del imperio, como es el caso del circunspecto general Pace.

Se trata de una suerte de diplomacia de cañoneras verbales destinada a asustar incautos que revela un error borbónico: la negación a aprender de las lecciones de la vida. Míster Diablo orquestó, diseñó, financió, organizó un golpe de Estado contra la democracia revolucionaria en abril 2002, cuando Manuel Rosales recibió y cumplió la orden de firmar el decreto Carmona; luego el imperio actuó de idéntico modo con el paro económico petrolero, la guarimba y el referendo. Y salió apaleado. ¿Será diferente ahora? Todo indica que otra vez el imperio será zarandeado: por más que amenace no doblegará la voluntad libertaria, independiente y soberana de los venezolanos.

A Bush se le debe aplicar el consejo contenido en el joropo carnaval Pipiriguá: alzarle al frente la cruz para que se espante. "Allá viene el diablo dale con la cruz, a mí no me asusta lo que diga (Bush)". Que Bush use una marioneta parlante de uniforme militar o de rígido traje gris, no asusta a nadie, como tampoco amedrenta cuando es el mismo torpe musiú luciferino el que, como Hitler en su tiempo, se deslengua en amenazas.

La verdad es que el imperio quiere pero no puede agredir en mayor escala a Venezuela. Lo que no es razón para echar un camarón, no vaya ser que a Míster Diablo le dé por una aventura temeraria ante la evidencia de que sus candidatos perderán en los venideros comicios parlamentarios en EE UU, y que en Venezuela sigue perdiendo los reales con candidaturas pura pinta.

lunes, 18 de septiembre de 2006

Vene-Irán

Lo establece sin duda posible el artículo 152 de la C o n s t i t u c i ó n vigente: las relaciones interna cionales de Venezuela responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo, y se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto a los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la humanidad... Y es sobre la base de esta norma que se profundizan las relaciones de cooperación entre Irán y Venezuela, las cuales registran un envión con la visita del presidente Mahmoud Admadinejad y la suscripción de 34 convenios y memoranda de entendimiento en distintos ámbitos de la actividad económica, científica, tecnológica y cultural.

De este modo, ya distintivo de las relaciones entre los dos países, se demuestra la perfecta viabilidad del encuentro fecundo entre dos pueblos que se empinan por construir su plena independencia política, económica, cultural como fórmula para desbrozar una vía propia de desarrollo con sentido social.

Independencia plena que comporta el rechazo al ingerencismo, tan tolerado y aupado en otros tiempos, en Irán y Venezuela cuando sus destinos estaban en manos de gobiernos abiertamente entregados a intereses imperiales, ofrendando sus recursos estratégicos, especialmente el petróleo, como tributo a las las élites de Estados Unidos, en particular. Emblemático que los dos países, no obstante su distancia geográfica y diferencias culturales, coincidan en empinarse contra la prepotencia y la soberbia de los halcones que, con George Bush como speaker, pretenden sojuzgar a todos los pueblos del mundo, dictándole que hacer con su existencia bajo la férula de la ideología del pensamiento único y la unilateralidad de la superpotencia imperial. Asimismo, se trata de la manifestación auténtica de la concreción de espacios plurales en el seno de la comunidad internacional, asumiendo con respeto la diversidad cultural, que ya van siendo expresión concreta de la pluripolaridad ascendente en el planeta.

Los acuerdos --34 en total-entre el país de Omar Khayam y el de Alberto Arvelo abarcan desde la industria petrolera, la minería, la fabricación de tractores y automóviles, así como de equipos médicos, hasta la petroquímica, el intercambio de contenidos noticiosos, plantas de cemento, agricultura, construcción de viviendas, la metalurgia, entre muchos otros sectores del quehacer productivo. Todos estos convenios tienen un denominador común: implican inversiones productivas en la economía nacional, generación de riqueza con valor agregado en territorio venezolano y transferencia de tecnología para la industria criolla, lo que se traducirá en un vigoroso incremento del empleo productivo y seguro. Una modalidad de cooperación que debería ser modélica en la comunidad internacional esta practicada por Irán y Venezuela, que redunda en beneficio para ambos pueblos.

La propaganda bushiana, presentada hábilmente bajo la sutil envoltura de la información periodística, ya se precipita a decir, con el debido eco en sus marionetas parlantes de la comarca, que Venezuela e Irán se conjuran contra su gobierno. La cuestión está clara: es Bush quien conspira contra los derechos soberanos de Venezuela e Irán. Y ya está anulado el tiempo de la mentira y el engaño.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Tres logros

Si de decirlo en síntesis se trata, los logros de la reciente gira presidencial se podrían expre sar así: más inversiones productivas en la economía nacional, transferencia de tecnología de punta y apoyo a la candidatura para el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tres conquistas de vital importancia en el exordio de una nueva etapa en la puesta en práctica de la visión compartida de país consagrada en la Constitución, etapa que tendrá su sello de aprobación soberana en los comicios del 3 de diciembre. Tres logros que conllevan un salto cualitativo en el impulso del país por la senda del desarrollo integral, es decir, en la construcción de una democracia plena en las dimensiones social, económica, cultural y política, que se manifieste en el bienestar del pueblo y en un sólido liderazgo del país en la comunidad internacional.

En un tiempo breve no sólo se ensamblarán, sino que se fabricarán en territorio venezolano, tractores, computadoras, teléfonos celulares, entre otros productos. En otras palabras, se trata de generación de riqueza y empleos e incremento de la capacidad científico tecnológica del país.

Para superar el atraso, la pobreza, no basta seguir exportando materia prima como, por ejemplo, petróleo crudo, bauxita, hierro; se impone lograr capacidad tecnológica para procesar esa materia prima y exportar derivados y productos intermedios y manufacturados. En ninguna interacción de neuronas cabe que Venezuela deje de ser gran exportador de petróleo y otras materias primas en poco tiempo, se trata de complementar esa condición con una creciente cualidad de economía industrial, incluyendo sectores de punta como la informática y la biotecnología.

Para quienes asumen con incredulidad la referida perspectiva, guiados por un fatalismo y desesperanza aprendidos, manifestado como derrotismo histórico y practicado con una ciega resignación, sería útil que se asomen a la experiencia de Malasia, y se enteren de que sí es posible conjugar desarrollo real con justicia social, a la vez que se preserva y fortalece la independencia y soberanía del país. No es verdad que el camino del desarrollo de los países del Sur pase por convertirse en una neocolonia maquiladora. Los malasios han avanzado y siguen progresando en la construcción de una economía altamente productiva y diversificada, con inclusión social y a la vez posiciones autónomas, independientes, soberanas en sus relaciones con el resto de la comunidad mundial.

La legítimamente arraigada aspiración de los venezolanos de "sembrar el petróleo", tan postergada por los gobiernos de la IV República, se abre ahora como una naciente realidad, viable en todos los aspectos, que sirve de plataforma de impulso, de lanzamiento de un proyecto de desarrollo asumido por las mayorías nacionales y visto con respeto y simpatía en casi todo el planeta, sin que comporte copias o imitaciones de otros modelos, como empecinadamente quieren hacerlo ver los oficiantes de la mentira mediática dentro y fuera de las fronteras nacionales.

Aún es temprano para predecir si Venezuela ingresará al Consejo de Seguridad de la ONU porque la presión de Washington es rabiosa y permanente sobre varios miembros de la organización. Pero ya se ve el firme prestigio del país por lo que vale afirmar: el destino de la Patria está en buenas manos: las de su pueblo, sabio y emprendedor como el que más.