lunes, 29 de mayo de 2006

¿Guarimbea que algo queda?

Una decisión del Tribunal Supremo de Justicia despejó las incertidumbres que se generaron sobre la legitimidad de las elecciones estudiantiles del año 2003 en la ULA. Tarek El Aissamir, dirigente estudiantil para ese momento, recurrió ante la Sala Electoral argumentando que una gran porción de los estudiantes estaba de vacaciones y se dificultaba su participación en los comicios.

Con ponencia del magistrado Luis Martínez, la Sala Electoral concedió razón al recurrente e instruyó realizar las elecciones en un mes después de la fecha originalmente pautada, así se llevaron a cabo en noviembre de aquel año. Nadie protestó por ello. Todos acataron la decisión del TSJ en sana paz.

Dos años y medio después de aquella sentencia, vuelve a escena la misma Sala Electoral y, en el mismo tránsito de la administración certera de la justicia, declara con lugar la solicitud de que las elecciones estudiantiles las organicen los estudiantes y no las autoridades de la ULA. De cajón que debe ser así. ¿Alguien admitiría que Fedecámaras organice las elecciones de los sindicatos, por ejemplo? Valga recordar que la Constitución determina la posibilidad de que el CNE organice elecciones gremiales, pero sólo si los agremiados lo solicitan expresamente, en ningún caso se prevé que otra instancia tenga cualidad para normar y conducir los procesos electorales gremiales, incluyendo, por supuesto, los gremios estudiantiles. Pero ahora la decisión de la Sala Electoral ha coincidido con el propósito ¿y la orden extranjera? de los cultores de la violencia de empujar el país por los precipicios de 2002 y 2003. El plan está develado: promover un cúmulo de microguarimbas con grande despliegue mediático, especialmente televisivo; acusar al Gobierno de ser causante de los hechos violentos y encadenar el guarimbeo hacia una conmoción que estremezca toda la geografía y el cuerpo social del país. Los nostálgicos del 11 de abril sueñan con paralizar todo con cierre de calles, avenidas, carreteras, autopistas; enfrentamientos violentos y, como corolario, muerte de ciudadanos que luego han de ser utilizados como banderas de escalada del guarimbeo. El objetivo:
embochinchar el ambiente preelectoral, poner de rodillas al CNE para que apruebe las exigencias oposicionistas, la mayoría de las cuales contradice disposiciones constitucionales y legales, e ir así con ventajas abismales a las elecciones.

Con ese guión el oposicionismo extremo, que lanza no sólo piedras y botellas sino también plomo con tuercas usando modernas armas de fuego, se ha planteado clonar la micro guarimba de Mérida en Caracas y otras ciudades a partir de hoy lunes. La UCV, la UPEL, entre otras casas de estudios universitarios, son los centros seleccionados para desatar la guarimba.

En las febriles neuronas de los doctos guarimberos se forjan las imágenes de policías, estudiantes y transeúntes malheridos, como el efectivo policial merideño que se debate entre la vida y la muerte como consecuencia de un disparo con tuerca que le perforó el pulmón. Sangre, lágrimas y luto para acorralar al Gobierno, es la consigna de los oficiantes de la guarimba. La abrumadora mayoría de la sociedad merideña rechazó el guarimbeo.

Así lo hará el pueblo caraqueño.

Y las medidas del Gobierno, serenas y firmes, sin morder el peine de usar armas de fuego, controlará a los guarimberos como los hizo en la ciudad andina; sólo que ahora se debe actuar antes que los guarimberos para evitarle angustia a los ciudadanos.

lunes, 22 de mayo de 2006

Crece el RE

Bien hablados y mejor vestidos, algunos representantes de la élite venezolana, nostálgica de los tiempos cuando mandaba a sus anchas, se alarman por el crecimiento del Registro Electoral en los dos últimos años. Con sus prodigiosas computadoras de última generación calculan el crecimiento de la tasa poblacional de las clases altas, lo cruzan con los índices de mortalidad y otras crípticas variables para concluir que un Registro Electoral de 16 millones de electores es una ficción malandrosa.

Claro que para tan encumbrados personajes no existen los sectores populares, no cuentan en el comportamiento y el ritmo del incremento de la población.

Ya escribió Carlos Dorado, especialista en casas de cambio, que el voto de un caballero de la hight debe contar por un bojote de sufragios de la plebe descamisada.

De aquí que en sus neuronas no quepa la titánica tarea de la Onidex y del Consejo Nacional Electoral que, en el contexto de la Misión Identidad, llevaron hasta el corazón de los barrios y de los caseríos, donde residen los otrora olvidados de la Tierra, los operativos de cedulación e inscripción en el Registro Electoral, incluyéndolos así en el cuerpo político del país.

Hace algunos años un cineasta con arraigo caraqueño produjo una joya del cine documental venezolano: La ciudad que nos ve. Retrató, describió y narró en su obra la vida de los que otros llamaron terrícolas: un mundo lejano a pocos metros de las grandes avenidas y autopistas de la gran urbe. La película es asertiva y certera: los habitantes de los cerros no existían para quienes se sabían centro de la vida urbana; eran seres invisibles también políticamente, no contaban en los escrutinios electorales.

Como se les consideraba innecesarios en el quehacer político se les impedía participar en los procesos comiciales: se les negaba la cédula de identidad o se les dificultaba hasta lo imposible inscribirse en el Registro Electoral. Eran tratados como los esclavos y los extranjeros en la antigua Grecia: se les negaba la ciudadanía.

Por esto cuando millones de venezolanos accedieron a los derechos políticos, gracias a la acción del Estado social, democrático de derecho y de justicia, la sorpresa, primero, y luego la estupefacción fue la reacción generalizada de la élite. Y para proteger su estabilidad psíquica optaron por negar la realidad: enardecidos lanzaron improperios sin pausa y sin tregua contra la Misión Identidad. Su conducta comenzó a revelarse como milimétricamente parecida a la de los blancos sudafricanos cuando la unión del liderazgo de Mandela con la insurgencia de las mayorías nacionales de ese país puso fin al sistema del apartheid.

Cualquier especialista en ciencias actuariales, que asocie su conducta profesional a los cánones de la ética, sabe con precisión que el crecimiento normal de la población venezolana determina el incremento del Registro Electoral 2006 hasta ubicarse por encima de los 16 millones de electores.

Negar esta serena e inconmovible realidad es sólo hacer de la mentira un credo por razones de supremacía social.

“Un proceso que incluye a los excluidos sin excluir a los ya incluidos”, así definió Roy Chaderton Matos la revolución bolivariana. Entre esos incluidos están los nuevos cedulados y los nuevos electores que votarán el 3 de diciembre de acuerdo con su libérrima conciencia. Y por supuesto que nadie ha sido ni será excluido de la democracia participativa y protagónica.

lunes, 15 de mayo de 2006

Bush Durao Barroso

“El populismo es una amenaza para nuestros valores. Si entendemos populismo como una simplificación abusiva de los problemas complejos, si entendemos populismo como la apelación a los sentimientos negativos y no a los valores democráticos y al Estado de Derecho, es una amenaza”.

Así lo espetó el presidente de la Comisión Ejecutiva de la Unión Europea, José Manuel Durao Barroso.

El ex gobernante portugués, ubicado en la corriente de derecha neoliberal del viejo continente, conceptualiza como simplificación abusiva el ejercicio de la soberanía por los países de América Latina y el Caribe que el colonialismo europeo y el imperialismo de EE.UU. obligaron a especializarse en el rol de monoproductores y exportadores de materia prima a precios viles. El saqueo del estaño y el gas bolivianos, del cobre chileno, del petróleo y el hierro venezolanos, cuyo registro no se borrará en la conciencia de esta parte de la humanidad, luce ser el Estado de Derecho que invoca el vocero de la Unión Europea.

Cualquier medida legal, aunque esté medularmente apegada al derecho internacional, destinada a cambiar este complejo problema para convertir los recursos estratégicos en fuente de progreso y bienestar material y espiritual para los desheredados de estas tierras, es percibida como una amenaza y recibe automáticamente el estigma inquisitorial de la palabreja tan aborrecida por los gerentes de las corporaciones transnacionales cuyos intereses nutren las neuronas de Durao Barroso:
populismo.

Que Evo Morales nacionalice los hidrocarburos en Bolivia para lograr una distribución democrática entre su pueblo de la renta derivada de la explotación de los mismos, comporta apelar a un “sentimiento negativo” contrario a “los valores de la Unión Europea”. Que en Venezuela se realice la soberanía petrolera con la conformación de las empresas mixtas, cuya constitución ha sido aceptada de buenas maneras por la casi totalidad de las compañías extranjeras que extraen oro negro en el país, agrede el “Estado de Derecho” de Durao Barroso. De modo que para contentar al ejecutivo de la UE habría que decretar la propiedad privada de las transnacionales sobre los recursos energéticos de América Latina y el Caribe; algo así como instituir el ideal del neoliberalismo: cero Estado nacional, todas las actividades económicas sujetas a las ganancias de las grandes compañías de las metrópolis; hambre y miseria para las masas poblacionales del subcontinente.

Las propuestas de la UE de Durao Barroso se parecen puñeteramente al ALCA de George Bush y a la prática comercial de los conquistadores europeos con los pueblos amerindios. Eran los tiempos del trueque de oro por espejitos, como ahora Bush y Durao Barroso pretenden llevarse a precios miserables el gas, el petróleo, el hierro, la bauxita, las fuentes vegetales de la farmacéutica, el control de la biodiversidad, entre otros recursos de estas tierras, a cambio de chatarra tecnológica facturada cual si fuese prodigios de los inventos de última generación.

Y más: Durao Barroso –como Bus– sueña con tener bases militares en estos países o enviar con frecuencia sus buenos muchachos con fusiles sofisticados a realizar modernas cruzadas, a fin de asegurarse de que, el día que el agua dulce escasee en sus industrias, centros comerciales y hogares, hecho probable cuando el futuro los alcance, circunstancia no tan lejana en el porvenir, los acuíferos del subcontinente sean como el oro en sus bancos:
riqueza segura.

lunes, 8 de mayo de 2006

El articulador

La reunión de los cuatro presidentes en Iguazú produjo hechos políticos de gran incidencia en el porvenir del subcontinente. No se trata sólo de la incorporación de Bolivia al proyecto del gasoducto del Sur; o del acuerdo de Bolivia, Argentina y Brasil de abordar las diferencias derivadas de la nacionalización de los hidrocarburos del altiplano con criterio de consenso buscando favorecer los legítimos intereses de los tres pueblos, con base en el respeto a la soberanía boliviana.

Además de estos indicadores ha de anotarse la singular circunstancia de que en los resultados de la cumbre presidencial se manifiesta una asimilación de la pertinencia de las propuestas del jefe del Estado de Venezuela. El ingreso de Bolivia al gasoducto constituye un reconocimiento a la perseverancia con que Chávez impulsó esta posibilidad para darle coherencia al escudo energético suramericano como un instrumento de fortalecimiento y profundización del proceso integracionista.

La concordancia sobre el abordaje consensuado de los efectos colaterales de la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos forjada en el debate de la reunión entre Lula Da Silva, Néstor Kirchner y Evo Morales es un logro del papel de buen oficiante de Hugo Chávez.

Negarlo es mezquindad. Mas si se asume en el contexto del acuerdo la tenaz resistencia de factores internos en Argentina y Brasil, como, por ejemplo en el caso brasileño, la adversa y dura posición de la junta directiva de Petrobrás, la petrolera de capital mixto, bandera del Estado carioca.

Vale ser objetivo. Los cuatro presidentes cuidaron la imagen de equipo, el dinámico equilibrio de manejarse ante la prensa sin que ninguno fuera anulado, evitando el posicionamiento de un primus inter pares. Empero, desde el mismo momento del anuncio simultáneo de la reunión en La Paz, Brasilia, Buenos Aires y Caracas se olfateaba que Chávez era el esgrimista de la diplomacia del acuerdo por encima de los intereses aparentemente contradictorios entre los tres países cuyas economías dependen en gran medida del gas (Bolivia que lo produce, Argentina y Brasil que lo consumen).

El venezolano cimentó una imagen irrevocable de estadista.

Se condujo con un sentido preciso de las proporciones en una dialéctica en la que un gesto inadecuado, una palabra descontextualizada hubiera podido echar por tierra la hazaña de amarrar el referido entendimiento, cuya proyección da nuevas energías también al Mercosur. Claro que escribir esto es abonarse en la jerga del oposicionismo el estigma de oficiante de la adulancia; valga el costo, pero la verdad bien merece cargar unos cuantos insultos, práctica tan propia de la cultura y el quehacer políticos de estas tierras.

En Iguazú se patentizó que los procesos de integración son integrales o se quedan en el remedo, en la frustrante caricatura. En una primera aproximación el fondo del asunto era de carácter económico comercial: cambio de la relación de compra y venta del ahora nacionalizado gas boliviano. Asumir que este aspecto agotaba ya el asunto a debatir hubiera arrojado un alejamiento entre los tres países involucrados directamente en el intercambio. Se impuso la racionalidad de la práctica política, maestra de la vida social. Privó el ser latinoamericano, la opción de desarrollo con sentido social y modos democráticos desde el Sur para el Sur. Y así se quedaron con las ganas los que quieren dividirnos para acabar con la integración. Fallaron Bush y sus bushitos.

lunes, 1 de mayo de 2006

¿Tendrá líder la oposición?

El 3 de diciembre los ciudadanos determinarán con sus votos dos hechos inherentes a su soberanía:
reelegirán a un presidente y a su interlocutor en la oposición.

Cierto que esto último será así si los candidatos oposicionistas dan la pelea en la campaña y le muestran el dedo medio a Bush y sus capataces en estos lares cuando les ordenen retirarse de la contienda, hecho que, por los vientos que soplan, ocurrirá en noviembre en medio de feroces ataques contra el CNE.

Discutir la posibilidad de la reelección de Chávez es sólo un oficio de ocio creativo, un solazamiento en el análisis para deslumbrar electores, televidentes, radioescuchas, oyentes. Podría servir, a lo sumo, de muestra de fecundidad investigativa e intelectual consagrada en texto de consulta para enriquecer currículos, fama académica; pulir prestancias en el debate publico, pero no será jamás una concatenación de teoría y práctica. Chávez va a ganar tan seguro como que el 4 de diciembre el sol iluminará el planeta. La oposición que conserva las neuronas serenas y no permite que se las nuble el corazón ardiente lo sabe bien; ergo, está consciente de que su lucha es por elegir un líder, un conductor, un Moisés para que la guíe en el tránsito lento y penoso por el desierto tras haber perdido la ruta del paraíso del poder.

Vale discutir si el Presidente aumentará su caudal electoral hasta la meta de 10 millones de votos, es decir, si logrará ubicarse holgadamente por encima de quien ocupe el segundo lugar, aunque sea la abstención. Este debate no es ocioso, tiene efectos prácticos en la dinámica política para 2007, cuando por fin la oposición podría contar con un batallador al frente. De modo que es útil hacer cuantificaciones estadísticas, proyecciones, análisis comparados de encuestas para ver si los 10 millones de votos son algo factible, alcanzable. Así también luce de utilidad cierta debatir cuál ha de ser el modo de instrumentación de la campaña electoral, detenerse, por ejemplo, en cómo posicionará su imagen Hugo Chávez: ¿Se focalizará en el carismático líder popular o se proyectará además como el estadista del ALBA, la redefinición del Mercosur, el forjador del titánico esfuerzo integracionista? De idéntica manera vale llevar al foro de la dialéctica el contenido del programa de gobierno revolucionario para el sexenio 20072013, así como la primera evaluación que haga el pueblo de la gestión del barinés bajo la Constitución bolivariana.

En distintos momentos, el Presidente ha confesado que el país requiere un jefe de la oposición; un interlocutor con la membresía de la disidencia política ante el jefe del Estado.

Es un reclamo para el pueblo opositor. Sólo la soberanía de esa parte de la sociedad podrá ungir un dirigente elevándolo a la soñada por muchos condición de voz de la otredad política ante Chávez.

Liderar la oposición a Chávez ranquea en grande; da estatus, proyección perdurable hacia el futuro. Julio Borges, Teodoro Petkoff, Manuel Rosales, Roberto Smith, Willian Ojeda, de sostener su campaña y contarse el 3 de diciembre, optan por ser el centro de esa trascendente decisión popular: articular a la oposición ante Chávez con la perspectiva, lejana pero viable, de perseverar en la aspiración presidencial en el año 2012.

El 3 de diciembre en la noche, a pesar de la pesadumbre y la aflicción, el pueblo opositor podrá decir, si sus candidatos le son leales y reconocen y respetan la voluntad de la sociedad manifestada con los votos, líder habemus.