lunes, 22 de enero de 2007

Del 23E al 4F

El pueblo que insurgió/ el 23 de enero/ levanta las banderas/ del 4 de febrero.

¿Consigna política? Sí. Pero no propaganda en la connotación alienante, mistificadora, del término. Por el contrario, esta frase expresa una verdad histórica inapelable: la insurgencia cívico militar, la rebelión de jóvenes militares, estudiantes universitarios, luchadores obreros, trabajadores de la cultura, integrantes del movimiento campesino, comunitario y académico del 4 de febrero de 1992 constituye una continuidad de lo mejor del levantamiento del 23 de Enero de 1958, traicionado por los firmantes del acuerdo de Nueva York, rebautizado y renombrado como Pacto de Punto Fijo, entre cuyos principales oficiantes resaltan Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, diseñado e impuesto por los tanques cerebrales del Departamento de Estado del imperio.

El pueblo, civil y militar, derrocó la dictadura, ciertamente pero no pudo o no supo hacer valer su triunfo. Símbolo de esta victoria frustrada es el vil asesinato –tiempo después– de Fabricio Ojeda y el marginamiento hasta el ostracismo de Hugo Trejo, por quienes secuestraron el levantamiento popular.

Ojeda y Trejo fueron auténticos líderes del proceso de rebelión que dio al traste con la dictadura, en una alianza formidable alianza cívico militar reactualizada, en el nuevo contexto histórico, el 4 de febrero de 1992.

Mañana el oposicionismo saldrá a la calle a traficar con aquella hermosa gesta auroral de 1958. Impostura, hipocresía, traición, usurpación... Estas palabras son apropiadas para describir el significado real de esa manifestación que verá el país en pocas horas, porque quienes la dirigirán reniegan de la herencia democrática, de libertad y justicia social legada por las masas sublevadas del 23 de Enero. ¿Pueden ser herederos de esa gesta quienes el 12 de abril aplaudían en Miraflores cuando leían, en el decreto de Carmona, la destitución de los diputados, magistrados, fiscal general, defensor del pueblo, contralor general...? ¿Pueden ser portaestandartes de las banderas de aquella lucha quienes, arrejuntados con el imperio, propiciaron el golpe de Estado de abril 2002, asesinaron durante medio siglo estudiantes, obreros, campesinos; aquellos que se repartieron las riquezas del país, en comparsa con empresas transnacionales, mientras el pueblo que ofrendó su sangre el 23E sobrevivía en la miseria? ¿Pueden ser representantes del 23E los continuadores de la traición protagonizada por los asesinos de Fabricio Ojeda, de Alberto Lovera, de Livia Gouverneur, de Jorge Rodríguez, de tantísimos patriotas más...? La manera auténtica de enaltecer al pueblo sublevado aquel 23E es ofrendarle cada día el homenaje de hacer realidad sus esperanzas como lo viene haciendo la revolución bolivariana, que es síntesis creadora de aquellas masas insurgentes cuya lucha tiene en el 4F una resurrección definitiva en la victoria irreversible.

Las misiones; la democracia participativa, protagónica, revolucionaria y socialista; el modelo económico productivo; la plena soberanía petrolera, gasífera; la independencia de la política exterior; las libertades ciudadanas plenas para todos, entre muchas otras conquistas del pueblo, son razones inapelables demostrativas de que el proceso popular constituyente, cauce de la revolución liderada por el comandante Chávez, fruto del 4F, es la consagración de las esperanzas del héroe colectivo del 23E: el pueblo de Simón Bolívar.

1 comentario:

blasapisguncuevas dijo...

Hola, William. Le envió mis siguientes meditaciones:

El sector público debe ser cerebro y esqueleto de la sociedad, también
corazón. Todos los cargos políticos deben ser electos mediante la más
pulcra democracia y no estar en el poder más de 16 años, al menos
presidentes y gobernadores:Los consejos comunales podrían renovarse cada
dos años, al menos la mitad de sus miembros, para intentar imitar al
cuerpo en su renovación celular. En aldeas y pueblos menores de 3000
habitantes podría ser electos los candidatos hasta un máximo de 16 años
también. Todo eso podría considerarse como una forma de introducir el
socialismo en la política e intentar alejar a los corruptos o posible
amigos del abuso de poder , algo, por cierto, muy humano y habitual en
la historia, incluso en nombre de los más nobles ideales. Debemos evitar
dar cobijo en el poder a tipos como Hoover o el infernal Bería, tal vez
el verdadero responsable de los crímenes stalinistas.
El sístema circulatorio debe tener un corazón potente, público, que
canalice las ganancias públicas hacia la sociedad y la satisfacción de
sus necesidades. Mayoristas y grandes intermediarios deberían ser
funcionarios públicos y remunerados según su labor y productividad.
Trabajo a valorar por los consejos comunales de cada ciudad o distrito
comercial. Las actividades actualmente en su poder debe ser el Corazón
del sístema distribuidor de las distintas producciones de los trabajadores.
Las actividades productivas reales pueden dejarse en manos privadas,
cooperativas, sociedades anónimas, limitadas, incluso estatales. Ellas
deberán ser sometidas a control público para que no se salten la ley y
defrauden en productos e impuestos, progresivos para ayudar también a la
satisfacción de las demandas de la sociedad en general. El 32% que
actualmente se llevan intermediarios y mayoristas, al menos en España,
debería ir al estado y ser administrados por los gobiernos de turno
donde sea menester.

este texto no es el que Chávez agradecería más.

Saludos.