lunes, 15 de enero de 2007

Los socialismos del siglo XXI

Demostrado como está por los tercos hechos, ya es puro capricho discutir si primero se requiere un cuerpo teórico para luego –y sólo sobre tal base paradigmática– iniciar la transustanciación de la forma social, es decir, en el caso de estos tiempos, empinarse en la construcción del socialismo, como único método viable, cierto y legitimado en Venezuela de superar el capitalismo.

Félix Rodríguez lo dijo con una lógica inapelable por su sencillez y certeza: "Debemos cambiar los cauchos del carro sin detener su marcha". Lo que equivale a afirmar: hagamos la revolución en los hechos de cada día, en la vida concreta y cotidiana de la gente y simultáneamente, sobre la base de tales hechos, elaboremos la ideología revolucionaria específica del proceso. Particular sí, porque su cosmovisión, su corpus general ya existe, a lo sumo requiere sistematicidad, articulación, visión de conjunto y compartida. Las líneas del horizonte están trazadas desde Jesús de Nazareth hasta Ernesto Che Guevara; desde las culturas aborígenes hasta el sistema propuesto por Carlos Marx, e instrumentado, con desarrollos prácticos, por Ho Chi Minh y Fidel Castro, entre muchos otros líderes populares.

Es cierto que con mayor propiedad debería hablarse de los socialismos del siglo XXI, en plural. Habrá tantos modelos socialistas como culturas humanas existen, e incluso es lógico que se produzcan modelos híbridos generados por la dinámica de polinización cruzada propia de estos procesos.

No obstante, cabe asegurar que dichos modelos tendrán una guía general en el legado socialista de las distintas fuentes originarias ya mencionadas. Valga decir, los socialismos del siglo XXI responderán a patrones unitarios en medio de su diversidad.

¿En qué consiste la comunidad de enfoques de los socialismos del sigo XXI? En valores compartidos de vigencia universal e histórica, vinculados con la condición del hombre como parte sustantiva de la naturaleza y la necesaria relación de armonía entre sí y con los demás componentes de la misma. La visión economicista que privó en varias intentos de emancipación del hombre frente a la explotación y la opresión impuesta por el capitalismo, ha de ser superada por un concepción holística en la que lo económico es sólo una parte del conjunto. Se trata, en este aspecto, de reivindicar la propuesta de Antonio Gramsci de que la voluntad humana es la fuerza motriz de la revolución, ¡claro está! operando sobre condiciones necesarias y suficientes para sustentar los cambios tanto en la dimensión objetiva (el grado de desarrollo de las fuerzas productivas con sus variables asociadas) como en la subjetiva (el sistema de valores, creencias, actitudes, hábitos, imaginario colectivo revolucionario –incluso en plena fase de diseño–), aspecto este que Gramsci enuncia, sin deslizarse al reduccionismo metodológico, como la voluntad de los constructores de la historia: los seres humanos, que ya en este tiempo han hecho de la libertad y la democracia valores sustantivos del socialismo.

Todos los socialismos posibles en este siglo y los por venir, responderán a estos parámetros generales. No obstante, cada uno en particular tendrá sus singularidades emblemáticas derivadas de las especificidades culturales del pueblo que lo construye. En este asunto vale reconocer una constante histórica: el socialismo es como la persona humana: nadie es igual a otro, aunque todos nos parecemos bastante.

1 comentario:

blasapisguncuevas dijo...

Necesito enviar mensaje de economía a Chávez y el gobierno. verdaddesnu@hotmail.com es mi correo electrónico.

Saludos.