lunes, 9 de enero de 2006

Las trampas de la intriga

Como una forma de instrumentar la mentira con fines políticos, la intriga es predominante en los métodos de ataque contra los procesos sociales de cambio estructural.

Cual caimán en boca e´caño, los hábiles agentes del imperio, torvos y pérfidos sin tregua, no sólo fomentan la intriga entre quienes dirigen dichos procesos, sino que además la retroalimentan, la expanden, la refinan para optimizar su resultado. Siempre en acción hacen de cualquier circunstancia una oportunidad.

Por ejemplo, se han recalentado las neuronas diseñando modos de provocar –intrigas de por medio– un enguerrillamiento estéril en el seno de la nueva Asamblea Nacional. Utilizan cualquier medio: la radio, la televisión, la prensa escrita, Internet y, muy especialmente, la comunicación interpersonal, medio por excelencia para echar a andar –vía el rumor– maniobras de intriga. Su objetivo:
dividir la AN usando las artimañas de la mentira.

Decretan que no existe pluralidad parlamentaria por haber perdido sus voceros.

Pretenden así borrar del mapa la diversidad de grupos de opinión del Parlamento. La verdad es que en el mencionado foro hay más de 15 expresiones sociales y políticas: Clase Media en Positivo, Fuerza Bolivariana de Trabajadores, Lago, Por Maracaibo, Abrebrecha, UPV, Puama, Mupi, Conive, Migente, Migato, Nueva Esperanza, MVR, Podemos, PPT, PCV. A la vez que ocultan esta realidad, proyectan cualquier matiz de criterio como la fumarola de un cataclismo inminente que hará reinar la implosión en el seno de la AN.

Ya en su propia instalación, la AN demostró que el debate es abierto, sin censura. ¿Será fecundo? La política se mide por los resultados. Corresponde a la sociedad toda, en ejercicio de la soberanía que le reconoce el artículo 5 de la Constitución, determinar cuán útil le es su Parlamento, no solo en la aprobación de leyes, que deben ser oportunas y de calidad, sino también en cuanto a controlar el resto de los órganos del Poder Público y promover la participación de la sociedad en los asuntos del Estado.

La intriga tendrá terreno abonado en el quehacer parlamentario si el debate transparente, propositivo, constructor de soluciones deviene en una ausencia, suplantado por la diatriba en torno a lo intrascendente.

¿Qué interés puede comportar para la sociedad pleitos entre factores políticos por espacios de poder o por ojerizas interpersonales? Precisamente, si el debate sobre la vida real del pueblo es minimizado, predominará el enguerrillamiento y, por extensión, el divisionismo militante. La vida real del pueblo versa sobre el empleo, la seguridad personal y social, la guerra contra los corruptos, el acceso a la vivienda, la expansión de las misiones, el mejoramiento de la vialidad, la distribución popular de la renta petrolera, la profundización de los procesos integracionistas en el continente...

Una ley de oro de la política consiste en aceptar que la vida nos da el derecho de seleccionar a los amigos, pero nos impone los compañeros de lucha. De modo que la tolerancia ha de ser norma vital en el relacionarse cotidiano de los distintos grupos de opinión del Parlamento. Así también ha de tenerse presente que la política se hace con las neuronas, no con las hormonas. Es decir, cuando se participa en la toma de una decisión de Estado, como lo hará cada día la AN, se deben dejar de lado los odios y los afectos personales porque sólo el pueblo importa.

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