lunes, 26 de diciembre de 2005

El Plan Bush

Dos hechos, auspicioso uno, preocupante el otro, gravitarán sobre la política de Venezuela en el seno de la Comunidad Andina de Naciones en los próximos meses, sin obviar el tránsito iniciado hacia la condición de país bisagra entre ésta y el Mercosur.

El primer hecho lo constituye el inicio del gobierno de Evo Morales en Bolivia. Cuando el presidente Morales jure el cargo doblarán las campanas –en ese territorio– para una larga época histórica forjada a raíz de la victoria del ejército español sobre los guerreros incas, sostenida a sangre y fuego por los descendientes de Pizarro, aun durante y después de la guerra independentista, para desilusión de Bolívar y Sucre. Sin embargo, la administración de Morales no se trata de un regreso a la nostalgia del incanato, sino de salto adelante del proceso de emancipación que no se agota en el fortalecimiento del Estado nacional, puesto que incluye además la construcción de un Estado democrático y social de derecho y de justicia, capaz de ejercer su soberanía e independencia con base en la autodeterminación del pueblo que lo sustenta, propendiendo a la integración del subcontinente.

De tal modo que Morales no pretende “aymarizar” Bolivia, sino “incluir a los excluidos sin excluir a los ya incluidos”. Es decir, que los indígenas no sigan siendo tratados como extranjeros en su propia patria.

Toda política que comporte democracia con justicia social y soberanía verdadera, conviene a Venezuela. De aquí que el gobierno de Morales conlleve una fortaleza para el proceso emancipatorio al cual está integrado nuestro país. No es que Morales imite a Chávez sino que es leal a sus raíces populares y nacionales. De cajón que tal cualidad es suficiente para que Bush lo vea con recelo. Ya le mandó a advertir sobre el modelo de democracia que debe cultivar: la made in USA.

Pizarro se volvió gringo y en Bush lo tenemos hoy. Pero el cow boy tendrá que calarse que los bolivianos sean dueños de su destino, gas incluido.

A la par de su advertencia, Bush despliega el Plan Andino (actualización y avance del Plan Colombia), hecho preocupante para nuestro país con vista a la fachada andina. Se conoce bien cómo Bush piensa usar paramilitares para hostilizar la frontera colombo venezolana. Aún no se sabe cómo evitará el presidente Uribe que el guerrerismo de Bush, empeñado en que colombianos sigan matando colombianos, le reste votos en su campaña por la reelección. Las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional, el enfriamiento de las negociaciones de la alquita con Estados Unidos, el fortalecimiento de la cooperación con Venezuela, son indicadores de que Uribe sopesa el costo político y electoral del acompañamiento bushista.

Quizás de resultar reelecto tenga otro cantar.

En las neuronas de Bush, para nada oxidadas, el Plan Andino, con su concepto de soberanía cooperativa, es decir, restringida, constituye la tenaza del cerco contra Venezuela, referente del proceso emancipatorio latinoamericano. La culebra se mata por la cabeza, piensa Bush. Empero, con sus aliados debilitados, una creciente oposición interna y un empantanamiento en Irak, al cow boy se le cierra el margen de maniobra en su anhelado patrio trasero.

La formidable victoria de Morales, preludio de la que obtendrá Chávez, indica que con organización política y social y gobiernos transformadores leales a sus programas, los pueblos seguirán usando los votos derrotar los planes de Bush.

lunes, 19 de diciembre de 2005

Santa Bush

Tan citada como descontextualizada, la frase de Marx sobre la religión como opio de los pueblos siempre es expuesta sin la referencia a que –dialéctica dualidad– en determinadas circunstancias históricas las creencias religiosas pueden ser instrumento de liberación de las naciones. Y tal ocurre con el cristianismo, devenido en parte sustantiva del ser nacional venezolano. Porque bien discurrió Bolívar al cerciorarse de que somos un nuevo pequeño género humano: ibérico, africano y aborigen; cristiano y animista, entre otras expresiones religiosas. De modo que frente al Mister Danger denunciado por Gallegos, que manifiesta su presencia imperial de disímiles maneras, muchas sutilmente encubiertas y eficaces, por ejemplo, en actitudes cotidianas expresadas en conductas pronto aceptadas como inocuos hábitos, los símbolos y prácticas cristianas más que manifestaciones religiosas constituyen instrumentos de resistencia combativa para preservar la especificidad del pequeño género humano formado en estos lares.

De las miles de máscaras del Mister Danger galleguiano resalta en estos días navideños la de Santa Claus. Disimulada fuerza de ocupación cultural que con festiva sutileza introyecta en el ser colectivo del país actitudes y conductas (hábitos) arraigados en el desprecio por las expresiones culturales de las pascuas criollas. Ya se ve una cuña televisiva en la que un niño se burla de su compañerito porque éste aún cree en el Jesús de Belén y en los Reyes Magos, y le muestra triunfante los regalos que le trajo su Santa Claus; no el nórdico sino el made in USA. En pocas oficinas públicas, no se diga privadas, ya no se ve el pesebre nacional:
preside Santa Claus y su ¡jo jo!
de invasor ya enseñoreado en sus dominios de conquista. La nieve de fingimiento y pacotilla cubre cada navidad más espacios públicos. Los renos de anime son tan populares como la hallaca y el carato. Y en la oferta cinematográfica Hollywood impone sueños de una navidad reñida con el trópico y los cantares del sincretismo cultural criollo. En desuso va quedando la canción del año nuevo en castellano venezolanizado y ritmo de parranda o villancico.

¡De vainita se salva la gaita! Progresa la versión en spanglish impuesta perseverantemente por emisoras de radio, televisoras, distribuidoras de discos compactos y organizadores de festividades decembrinas disneyworldianas.

Y para coronar, emisoras de radio del Gobierno se suman a la propagación del mentado espíritu de la navidad, tan gringo como el Santa Claus de los centros comerciales.

Si se trata de publicitar productos dignos de regalos navideños, ¿por qué no se pueden asociar con el Niño Jesús? No se trata de visiones premodernas, ultranacionalistas o antiglobalizadoras, sino de la necesaria concientización de que completar la titánica obra de la independencia nacional, para hacer realidad cotidiana la letra de la Constitución bolivariana, se impone transformar la cultura nacional desde sus propios contenidos para preservar su esencia libertaria y emancipadora.

Durante décadas el venezolano fue sometido a un proceso de asimilación cultural por la industria del entretenimiento de Estados Unidos. Producto de ese sometimiento es el mayamerismo de sectores de la sociedad, y lo es también la adoración de Santa Claus, máscara de Bush en estos tiempos, práctica frente a la que debemos volver al origen de nuestra navidad: el pesebre.

lunes, 12 de diciembre de 2005

La bisagra

El ingreso de Venezuela es un paso hacia la Comunidad Suramericana de Naciones”.

Con estas palabras dio Néstor Kirchner, presidente de Argentina, la bienvenida al país líder de la Comunidad Andina de Naciones como nuevo miembro del Mercosur. Pero en Caracas Julio Borges, fingido ángel de la guarda de los 265.000 lanceros, los 7.000 cooperativistas y los emprendedores de los núcleos de desarrollo endógeno de los sectores agrícola, textil y del calzado, predijo un alto costo para los mismos como consecuencia de pasar a ser mercosuristas.

Refinada hipocresía la de Borges que esconde con disimulo la defensa de las corporaciones transnacionales, especialmente estadounidenses, obcecadas en el empeño de desbaratar cualquier esfuerzo integracionista latinoamericano libre del control de Bush.

Sólo con valorar el déficit de oferta interna de bienes y servicios propio de la economía venezolana, particularmente en el contexto de crecimiento del Producto Interno Bruto con el consiguiente aumento de la demanda, se comprende que la producción de los lanceros, cooperativistas y emprendedores nada ha de temer del ingreso al Mercosur. Como tampoco hay riesgo para la mediana y gran empresa nacional con capacidad y potencial exportador, que con apoyo del Gobierno ha demostrado capacidad para detectar nichos fecundos en las economías de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay guiándose por parámetros de complementariedad, cooperación y rentabilidad justas.

Para despecho de Borges, la pertinencia de nuestra condición mercosurista se verifica en la solicitud mexicana por transitar la misma senda, así como en el Acuerdo de Complementación Económica 59 suscrito entre Mercosur, Venezuela, Ecuador y Colombia, circunstancia que ha de expresarse en lo porvenir en que seremos país bisagra entre la CAN y el Mercosur.

Calcule Borges, sin sesgos, objetivamente, cuántos empleos crearemos con el sólo tránsito de mercancías del norte colombiano por carreteras venezolanas hacia el pujante noreste de Brasil, y cuántos en otros ámbitos gracias a ser mercosuristas.

Para Bush es un quebradero de cabeza ver cómo lo que sus antecesores han impedido —la concreción de la integración autónoma del resto del continente americano— se va logrando.

Y le saca la piedra todavía más que sea Venezuela, la tierra natal de Simón Bolívar, precursor de este proceso, quien se convierta en cemento, punto de conexión de los dos espacios de integración (CAN-Mercosur), cuyo acoplamiento irá haciendo realidad el sueño votivo que indujo al caraqueño a convocar el Congreso Anfictiónico de Panamá.

Se nos quiere chantajear con el aquelarre de que hacia Mercosur sólo exportaremos energía:
petróleo, gas, hidroelectricidad.

Tal premisa comporta desprecio hacia la capacidad exportadora de la industria nacional. Adicionalmente debe anotarse que estos mismos críticos insisten en exportar el petróleo crudo a Estados Unidos.

La verdad sea dicha: es útil venderle energía a la industria estadounidense, asiática, europea y 10 veces útil hacerlo al Mercosur, así como al resto de América Latina y el Caribe.

Borges se emberrincha gritando que no fue consultado para ingresar al Mercosur. Olvida que en su programa de gobierno Chávez le propuso a los venezolanos y venezolanas luchar por el equilibrio internacional desde las fortalezas de la integración latinoamericana y caribeña, y que el pueblo le sigue dando total aprobación.