lunes, 15 de mayo de 2006

Bush Durao Barroso

“El populismo es una amenaza para nuestros valores. Si entendemos populismo como una simplificación abusiva de los problemas complejos, si entendemos populismo como la apelación a los sentimientos negativos y no a los valores democráticos y al Estado de Derecho, es una amenaza”.

Así lo espetó el presidente de la Comisión Ejecutiva de la Unión Europea, José Manuel Durao Barroso.

El ex gobernante portugués, ubicado en la corriente de derecha neoliberal del viejo continente, conceptualiza como simplificación abusiva el ejercicio de la soberanía por los países de América Latina y el Caribe que el colonialismo europeo y el imperialismo de EE.UU. obligaron a especializarse en el rol de monoproductores y exportadores de materia prima a precios viles. El saqueo del estaño y el gas bolivianos, del cobre chileno, del petróleo y el hierro venezolanos, cuyo registro no se borrará en la conciencia de esta parte de la humanidad, luce ser el Estado de Derecho que invoca el vocero de la Unión Europea.

Cualquier medida legal, aunque esté medularmente apegada al derecho internacional, destinada a cambiar este complejo problema para convertir los recursos estratégicos en fuente de progreso y bienestar material y espiritual para los desheredados de estas tierras, es percibida como una amenaza y recibe automáticamente el estigma inquisitorial de la palabreja tan aborrecida por los gerentes de las corporaciones transnacionales cuyos intereses nutren las neuronas de Durao Barroso:
populismo.

Que Evo Morales nacionalice los hidrocarburos en Bolivia para lograr una distribución democrática entre su pueblo de la renta derivada de la explotación de los mismos, comporta apelar a un “sentimiento negativo” contrario a “los valores de la Unión Europea”. Que en Venezuela se realice la soberanía petrolera con la conformación de las empresas mixtas, cuya constitución ha sido aceptada de buenas maneras por la casi totalidad de las compañías extranjeras que extraen oro negro en el país, agrede el “Estado de Derecho” de Durao Barroso. De modo que para contentar al ejecutivo de la UE habría que decretar la propiedad privada de las transnacionales sobre los recursos energéticos de América Latina y el Caribe; algo así como instituir el ideal del neoliberalismo: cero Estado nacional, todas las actividades económicas sujetas a las ganancias de las grandes compañías de las metrópolis; hambre y miseria para las masas poblacionales del subcontinente.

Las propuestas de la UE de Durao Barroso se parecen puñeteramente al ALCA de George Bush y a la prática comercial de los conquistadores europeos con los pueblos amerindios. Eran los tiempos del trueque de oro por espejitos, como ahora Bush y Durao Barroso pretenden llevarse a precios miserables el gas, el petróleo, el hierro, la bauxita, las fuentes vegetales de la farmacéutica, el control de la biodiversidad, entre otros recursos de estas tierras, a cambio de chatarra tecnológica facturada cual si fuese prodigios de los inventos de última generación.

Y más: Durao Barroso –como Bus– sueña con tener bases militares en estos países o enviar con frecuencia sus buenos muchachos con fusiles sofisticados a realizar modernas cruzadas, a fin de asegurarse de que, el día que el agua dulce escasee en sus industrias, centros comerciales y hogares, hecho probable cuando el futuro los alcance, circunstancia no tan lejana en el porvenir, los acuíferos del subcontinente sean como el oro en sus bancos:
riqueza segura.

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