lunes, 23 de octubre de 2006

Guerra mental

Guerra sucia in crescendo. Tal podría ser un titular desplegado a ocho columnas, ajustado a la información veraz y oportuna quedispone la Constitución bolivariana al operacionalizar la ética en el tratamiento de la información. Y no se trata de cuñas de radio y televisión en la que el cambio consiste en falsear la realidad torpe y burdamente. Se refiere este escritor a la operación psicológica que ha arrancado en distintos puntos de la geografía nacional. Combinada, esta operación con una serie global y transnacional de argucias propagandísticas destinada a posicionar el aserto de que Venezuela es un país forajido, renuente a cooperar con la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo, el tráfico de drogas, e inmerso en una carrera armamentista, entre otros flagelos que escuecen a la Humanidad.

La fuente generadora de la treta de manipulación colectiva está ubicada con precisión: la administración Bush. Pruebas en la mano.

Bush maniobra en España y logra paralizar importantes convenios de cooperación del país ibérico con Venezuela en el campo de la defensa militar. James Stravridis, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, tratando de legitimar la jugada contra Venezuela, acusa a la Fuerza Armada Nacional de compras excesivas de armamento. ¡Lo dice el vocero del ejército del país que más invierte en armas en el planeta e invade países como un gesto cruel de buena vecindad!, y sugiere ­veneno de macaurel­ que está en riesgo el equilibrio geopolítico y militar en América Latina. Días antes la presidenta de Chile afirmó que para nada preocupa la política militar de Venezuela. Desmentido por adelantado.

En una jugada dirigida a darle mayor profundidad a la declaración de Stravridis, la Comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense afirma en un informe que la frontera entre Estados Unidos y México presenta riesgos de infiltración de terroristas desde América Latina, especialmente desde Venezuela. Pero faltaba un elemento para darle redondez a la puesta en escena, y se detecta la presencia de grupos de paramilitares de procedencia extranjera en las cercanías de El Yagual, estado Apure. Todos estos elementos calzan con precisión armónica en la estrategia comunicacional de una de las candidaturas oposicionistas.

¡Coincidencia! Por esta candidatura, la administración Bush exuda simpatías y despliega apoyos generosos. De este modo, le sube la temperatura a la guerra sucia contra el gobierno bolivariano y su candidato. Es un intrincado entramado de mentiras repetidas con ritmo, tono y diseño de alta factura técnica en un mix de medios que incluye radio, televisión, periódicos, revistas, páginas de Internet, vallas, murales, volantes y perifoneo de calle. Se trata de la resurrección de Goebbles: una mentira repetida hasta el cansancio psíquico de la audiencia para dominarla por la fatiga que genera la tensión psicológica permanente y lograr así su asentimiento.

Disociación psicótica, la mentaron varios especialistas en el fragor mediático de 2002­2003.

Pero así como Goebbels fracasó en Alemania, en esta tierra de gracia han venido cosechando derrotas los discípulos del jefe nazi. Por más operaciones encubiertas que desaten, por más millones de dólares que Bush envíe, el 3D demostrará nuevamente que el pueblo venezolano no come coba, no importa cuán sutil y sofisticada sea la presentación de la infamia. En la guerra mental que ha desatado también será derrotado Bush y sus marionetas.

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